2024 Autor: Jasmine Walkman | [email protected]. Última modificación: 2023-12-16 08:29
Comer en exceso con delicias y grasas en el cerebro provoca los mismos trastornos que cuando se consume cocaína o heroína. Deshacerse de tal adicción es muy difícil.
La comida deliciosa y rica en calorías actúa sobre el cerebro como una droga. A esta conclusión llegaron científicos del Instituto de Investigación Scripps en Florida. Llevaron a cabo una serie de experimentos con ratones de laboratorio.
Los investigadores implantaron en roedores electrodos estimulantes en el hipotálamo lateral, un área del centro principal del cerebro que se asocia con la conducta alimentaria. Allí está el centro del hambre y el centro de la saciedad.
El sistema de refuerzo del cerebro se encuentra en las áreas del tronco y límbicas del cerebro. Se basa en la transmisión de impulsos nerviosos con la ayuda del neurotransmisor dopamina.
Asegura la formación de diferentes tipos de adicciones: drogas, alcohol, etc. Los investigadores dividieron a los ratones en tres grupos con diferentes dietas.
Un grupo comió alimentos secos, el segundo comió alimentos ricos en calorías durante una hora al día y el tercer grupo comió cinco calorías al día.
Después de un mes y medio, se midieron todos los animales. Estos ratones, que comieron manjares durante varias horas, fueron los más gordos. Aquellos que tenían acceso limitado a comida deliciosa ganaron un poco.
Comen en exceso con delicias, pero luego no prestaron mucha atención a la comida seca habitual. De esto no aumentaron de peso. Se descubrió que los ratones del primer grupo tenían una función cerebral alterada.
Incluso después de no recibir una comida sabrosa, los ratones, que se abstuvieron de comer, recibieron estimulación del centro de placer durante dos semanas más seguidas.
Según los científicos, comer en exceso alimentos sabrosos y grasos reduce la densidad de los receptores de dopamina en una parte especial del cerebro, y esto reduce la sensibilidad del sistema del placer.
Los investigadores concluyeron que los ratones con acceso irrestricto a golosinas tienen un deseo obsesivo de comida. No pudo superar ni siquiera los castigos, incluida la liberación de electricidad.
En este sentido, los humanos y los ratones no se diferencian. El libre acceso a alimentos sabrosos y ricos en calorías, como lo han hecho los habitantes de los países civilizados, aumenta drásticamente el riesgo de sobrealimentación y obesidad.
La sobrealimentación y la drogadicción se basan en los mismos mecanismos. La única diferencia es que las drogas matan mucho más rápido que la obesidad. Pero afecta a muchas más personas.
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